La Nacho resiste! Arte para la memoria

Si ustedes jóvenes no asumen la dirección de su propio país,  nadie va a venir a salvárselo. ¡NADIE!” Jaime Garzón

Autora: Laura Quevedo / TW: @LauraQuevedo2

 

La Universidad Nacional de Colombia, tanto estudiantes como docentes, se han tomado la tarea de ser la conciencia crítica de la nación mediante la educación; con su carácter obstinado, irreverente, inconforme y contestatario han alzado su voz por los silenciados. Personas de todas las regiones, estratos e ideologías convergen en un solo lugar (Link de Coordenadas) para contrarrestar el conflicto que ha violentado al país por años y batallar así por la tan anhelada paz. Sin embargo, su lucha aún comienza y el camino es muy largo.

Afuera de las aulas, colectivos y labores individuales organizadas por estudiantes y docentes tienen como objetivo construir espacios de reconciliación, memoria y resistencia a través del arte, la cultura, el deporte y las iniciativas sociales. Más allá de la academia y los textos formales con cifras e investigaciones, es importante resaltar estos proyectos con sentido social que buscan ser parte de la memoria colectiva y el desarrollo nacional encaminado hacia la paz.

La música, la danza, el teatro y los medios de comunicación comunitarios son solo algunas de las actividades estructuradas por miembros universitarios y que han sido construidas para generar cambio dentro y fuera del recinto académico. Estudiantes como Juan David Vargas han labrado un camino con un propósito claro, hablar sobre lo que pocos hablan y denunciar los fracasos del Estado. Ellos son La generación sin miedo.

La generación sin miedo 

Juan David Vargas, politólogo de la Universidad Nacional y actual militante del Partido Fuerza Alternativa del Común (FARC), ha sido uno de los muchos estudiantes que a sus 25 años ha participado activamente en múltiples colectivos, iniciativas y actividades con responsabilidad social, enfocada a la visibilización del conflicto y a la restauración de la memoria.

Junto a la institución y a partir de acciones individuales ha estado vinculado a proyectos alternativos como Terrorismo Gráfico, Noticiero Popular Barrio Adentro, la Agencia Prensa Rural y a la Biblioteca Popular Techotiba. Vargas asegura que medios como Terrorismo Gráfico buscan “a través de la comunicación alternativa apoyar los diálogos y la defensa de la educación pública como un derecho”. 

En el 2017, Vargas toma la decisión de unirse como militante del Partido FARC donde actualmente trabaja en la Oficina Nacional de Comunicación y Propaganda. Su entrada al partido nace de una visión diferente del conflicto. “La guerrilla no existía en la guerra como fin en sí misma, sino que estaba en la búsqueda de una solución política (…) son familias campesinas de una comunidad de la cual una parte se fue a las armas porque fue la única forma de resistir lo que el Estado nunca ha garantizado y que por el contrario ha atacado su estilo de vida”, explica el politólogo.

Además de actividades asociadas con colectivos de comunicación, Juan David afirma que la memoria se construye a través del arte. Es por esto, que decide crear junto con otros universitarios ‘Corpus Calvary’, una banda de Death Metal que crea resistencia a través de la música, para hablar de ‘Masacres con Criterio Social’.

“Masacres con criterio social”: Música para la memoria

‘Corpus Calvary’, se convierte en un espacio artístico creado por estudiantes de la Universidad Nacional en el contexto de las elecciones presidenciales de 2018. Esta banda habla de la historia de la represión a través de canciones que denuncian el terrorismo de Estado. 

Hace un año ‘Corpus Calvary’ decide sacar un CD ‘Masacres con Criterio Social’ en el que se expone el cruel accionar del Gobierno Nacional. “Ahí hablamos de la masacre del Aro, la operación Orión, la Operación Génesis y la masacre del Salado. Además, hay otra canción que habla sobre la memoria histórica” dijo Vargas.

 “Sacamos una canción sobre la memoria del Río Naya para explicar cómo los ríos también han sido testigos y cementerios de la guerra en Colombia”, siendo estos los protagonistas mudos de la historia sin contar de los no identificados arrastrados por sus aguas.

‘Si el Río Hablara’: Resistencia teatral

Una de las más grandes e importantes expresiones artísticas se encuentra en las tablas del Grupo de Teatro Experimental de la Universidad Nacional. Este que fue creado en 1945 y en repetidas ocasiones ha creado muestras escénicas con un profundo sentido reparador y restaurador de memoria.

El director del grupo, Mauricio Córdoba, construye un trabajo junto a los actores y actrices en el que se destaca el “enrostramiento” que implica mostrar una realidad a través de la ficción en escena y darle rostro. Mauricio desde el 2011 ha montado obras del conflicto como ‘Si el Río Hablara’ de Cesar Badillo, ‘Casa Sin Ventanas’ de Erik Leyton y ‘Cada Vez que Ladran los Perros’ de Fabio Rubiano y por las cuales han tenido gran reconocimiento dentro y fuera de la Universidad.

‘Si el Río Hablara’ nos cuenta la historia del río Magdalena y de cómo en los tiempos de la violencia la comunidad de Puerto Berrío recogió y enterró los miles de cuerpos sin nombre que bajaron por sus aguas caudalosas. “Les rezaban de manera ritual en espera de que llegara algún día alguien a reclamar esos restos de asesinatos anónimos, personas que de pronto nunca encontraron sus dolientes y una comunidad asumió ese dolor”, afirmó Córdoba.

De manera simbólica y con unos textos poéticos recorren los pasos de la historia violenta de nuestro país para contarle a la gente algo que probablemente no sabían y necesitan saber por respeto a las víctimas.

‘Cada Vez que Ladran los Perros’ es otra de las obras emblemáticas de este grupo, que narra una historia no contada de un pequeño pueblo arrasado por paramilitares y sobre las cenizas de las casas incineradas colgaban los perros sobre los árboles como forma de intimidación. Córdoba explica que esta obra “hace referencia a una especie de animalización del hombre y humanización de los animales como metáfora de lo bestial del conflicto, de la deshumanización de la guerra aquí en Colombia y específicamente en las masacres”.

Emma Rojas, politóloga de la Universidad Nacional y ex miembro del grupo de teatro experimental nos dice que el propósito que tienen estas obras es de “incomodar, sembrar una duda en el espectador, tener un carácter pedagógico de señalar que algo pasó y que algo todavía sigue pasando a nivel de las dinámicas de nuestro país. Finalmente, de responsabilidad; uno no puede apropiarse de un dolor o de un acontecimiento doloroso del país, simplemente usarlo y después desecharlo”.

Tanto Emma como Mauricio invitan con estas representaciones a que “nos movamos de la silla” y que afuera de las salas estas obras cuenten y hagan homenaje a la historia no contada del conflicto.

Bahía Portete: Bailar para sanar 

En algún espacio de la Universidad Nacional, los miembros del ‘Grupo de Danza Contemporánea’ se mueven al ritmo de la historia y la identidad actual de la nación. Allí convergen estudiantes de todas las facultades que quieren hablar a través del movimiento.

Astergio Indalecio Pinto, de la casta Apüshana de los indígenas Wayuú y quien fue director de este colectivo por 8 años quiso a través de la danza hacer un homenaje a su etnia y a las mujeres que fueron asesinadas por paramilitares el 18 de abril de 2004 en Bahía Portete en La Guajira.

“Las mujeres no se tocan, no van a la guerra, no se violan, no se les expulsa de la tierra, eso es lo que tenían por ley los Wayuú de la Guajira hasta la masacre ocurrida el 18 de abril de 2004… un código de honor se rompió” 

Tü mmâa pülâaskha (Tierra Mágica-Selección Natural) fue la danza en la que doce bailarinas y bailarines honraron e hicieron duelo a las matronas Wayuú asesinadas por el grupo liderado por ‘Jorge 40’. Sin embargo, esta danza “reflejaba que a pesar de la violencia que pudiera estar persiguiendo a ese territorio siempre iba a ser un lugar muy mágico y muy bello”, afirma Pinto.

Esta obra “tenía momentos donde por ejemplo estaban las mujeres haciendo cosas representativas para ellos, como tejiendo y luego ya venían otros momentos de angustia” nos explica Valentina Rodríguez, miembro del Grupo de Danza Contemporánea y quien comparte la visión de Astergio de generar memoria a través de las raíces y los relatos. “La danza al no ser un lenguaje verbal permite que a veces el espectador comparta una angustia o la crudeza de algo y poder sentir empatía”, asegura Rodríguez.

Para Pinto la danza ha sido un fuerte mecanismo de resiliencia, para él, el movimiento “sana, cura. A mí me ha salvado la vida la danza (…) nuestro primer territorio es el cuerpo, luego viene el territorio familiar o el territorio de región y viene luego el territorio de nación o Estado, pero si no reconocemos nuestro propio cuerpo no podemos defender un territorio de nación o un territorio de región”

“La odiosa apropiación del otro”

Estos colectivos o esfuerzos individuales tienen claro también que su labor, más allá de exponer un hecho o hacer una denuncia, es visibilizar a quienes vivieron el conflicto en carne propia sin revictimizarlos o convertirse en los protagonistas de una historia ajena. 

Los procesos de generación de memoria y resistencia no se apropian del dolor de otros ni lo exponen sin conciencia social, pero tocan un punto sensible, ponerse en los zapatos del otro. “Como artista siempre está el debate de cómo representar algo que yo no he vivido sin faltarle el respeto”, dice Rodríguez. 

Así mismo, Emma Rojas asegura que “la responsabilidad que tiene ahorita el teatro, las artes escénicas, para los procesos de resiliencia es esa: dejar a un lado la odiosa apropiación del otro, para entonces generar un impacto”.

Sin duda, las artes, la cultura y procesos comunicativos, como la emisora comunitaria que organiza la facultad de Ingeniería en el Valle del Río Cimitarra, que permite la regeneración de tejido comunitario y organizativo, tienen una responsabilidad ampliamente significativa en sus manos. Tanto en la academia como en la estructura social debe ser acogida con seriedad y con la intención de conocer el pasado para corregir el presente.

La Universidad Nacional tiene mil rostros, historias, experiencias y vivencias. Sus espacios y sus miembros son muestra de la lucha diaria y de la esperanza de un país renacido. ¡La Nacho resiste!

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